domingo, 21 de febrero de 2010

Los ajustes post elecciones.





Francisco Córdova Echeverria


Extraño no va ser en los próximos meses, en que observemos situaciones de camaleonismo político justo antes, durante y de seguro después del Gobierno de Sebastián Piñera. Esto no va a ser novedoso para quienes comprendemos que la similitud de ambas coaliciones de poder es mayor a la que nos desean mostrar, y será fácil para muchos y en especial paras los Demócratas Cristianos dar un paso a la vereda del frente para sacar su tajada de poder.
Como todo es ideológico en política, aunque nos quieran los tecnócratas convencer que no, las cosas de 1988 al 2010 no se han modificado en lo sustancial, porque el sistema de sociedad y su modelo de vida se mantiene intacto desde su planificación con "El ladrillo" de los Chicago Boys y su puesta en marcha con la impuesta Constitución de 1980, neoliberales de elite que hoy vuelven en gloria y majestad a sobar los pomos del poder.
Quiero dejar en claro que lo que se dice acá, no es una protesta contra el mercado y los comerciantes que generan riquezas, mi alegato es por la maquinación de un diseño de sociedad que sólo apunta a enriquecer a los sistemas financieros y a los grandes conglomerados económicos de orden internacional. El pueblo embrutecido y convencido de que lo que vivimos es mejor que hace 100 años sin cuestionarse lo más mínimo su realidad, es producto de la pérdida de los ideales colectivos, de la destrucción de nuestra educación pública, del control de los medios de prensa, del ofertón de acceso al crédito para nuestras clases aspiracionales y del hipnotismo superficial y vacío de la televisión abierta. TODO UN ÉXITO.
Por eso no es de extrañar que ahora nadie se cuestione el trasfondo de una campaña presidencial, ni el actuar ético moral histórico del candidato, acá alguien que se enriqueció con el modelo a diestra y siniestra puede decir sin problemas que ha dedicado su vida al servicio público siendo que es incompatible conceptualmente y filosóficamente una cosa con la otra. Es más, muchas personas consideran que ser buenos en los negocios garantiza una buena forma de gobernar, asimilando desde esa perspectiva que sólo el ítem económico asegura la felicidad y el desarrollo de un pueblo, ¿Qué más vacío?
Cuando la Concertación asume el poder en 1990 hasta la fecha no se han tocado, ni siquiera discutido de cara al país las bases de sociedad establecida bajo un gobierno dictatorial ¿Por qué? La respuesta nuevamente es ideológica y social, los poderes políticos, económicos e incluso morales han sido históricamente administrados por un grupo reducido de familias, lo que se denomina una oligarquía, personas que gracias a las dificultades que establece la Constitución para ser derrocados en el poder (Sistema Binominal por ejemplo), las amplias atribuciones presidenciales de nuestro modelo político y por último las amplias posibilidades de negociados que permite tal situación, fueron un traje a la medida para los nuevos administradores o concesionarios del modelo neoliberal y ante esto, pocas ganas tienen o tenían de modificar algo que desde su origen no tiene validez democrática.
Como la ambición y repartija es intensa y el pueblo ciego e ignorante por diseño, muchos de los que participan del stablishment se dan el gusto de negar lo innegable y de declararse como servidores públicos sin descaros. El que algunos sientan que cambiarse de administración gubernamental tiene escasos costos políticos, un bajo conflicto ideológico y un aseguramiento de que más que mal todo el mundo olvidará lo ocurrido, ratificará (o ratifica) que en nuestro mundo político no existe una línea bien clara entre algunos grupos de la desestructurada Concertación y el grupo de derecha neoliberal que hoy tiene las riendas del destino del país y que puede hacer usufructo de lo que construyeron en los años 80.