sábado, 18 de septiembre de 2010

Laicismo Bicentenario

Sebastián Jans



Chile ha iniciado las celebraciones de su bicentenario como país independiente. Son los doscientos años de una Patria que debe acogernos a todos sus habitantes en una común identidad, una misma territorialidad, una misma ley, una misma institucionalidad. Por lo menos así fue concebida por quienes desarrollaron y condujeron la lucha emancipacionista, por quienes, junto a O´Higgins, echaron las bases de una concepción de país, que – a pesar de avances y retrocesos – ha subyacido como una afirmación permanente, y que se repone en la agenda nacional, por parte de las fuerzas del progreso, cada vez que se producen retrocesos.

Es la idea de una Patria inclusiva y de todos, que se manifiesta en la “Declaración de Independencia” y en la “Proclama a los Araucanos”, obra de nuestro Libertador y fundador republicano. Eso es lo que ha dado un carácter a nuestro país, a través de nuestra trayectoria en el concierto de las naciones americanas.

Y quienes concibieron a nuestro país, construyeron su independencia, y establecieron sus instituciones republicanas, lo hicieron a su vez, fundando los principios del laicismo como forma de ordenar la convivencia nacional, sobre la base de reconocer la diversidad de conciencia y el respeto a las distintas creencias. Ello ha prevalecido a pesar de los grandes retrocesos que muchas veces se han consolidado por un tiempo prolongado.

O´Higgins, Padre de la Patria, puede ser reconocido también como Padre del Laicismo chileno, y ello no lo hace a partir de una manifestación discursiva, sino a partir del hecho concreto del construir institucionalidad. No lo hace proclamando la condición laicista de su acción y convicción, toda vez que el concepto de laicismo proviene de una consecuencia de los debates de conciencia de la segunda mitad del siglo XIX, sino que lo hace a partir de una convicción de que la República, por la cual luchó denodadamente, debía fundarse en la diversidad de conciencia.

Es Barros Arana, quien nos lo recuerda en su discurso de homenaje en la repatriación de los restos de O´Higgins: “A principios de 1818, todo estaba preparado para hacer la solemne declaración de la independencia de Chile... Los consejeros de O´Higgins, siguiendo el ejemplo trazado por otros pueblos americanos declaraban el que Chile estaba resuelto a vivir y morir libre, defendiendo la fe católica con la exclusión de otro culto. ¿Sabéis lo que contestó el Director Supremo cuando se le presentó el manuscrito para que se pusiese su venerable firma? … La protesta de fe que observo en el borrador cuando habla de nuestro deseo de vivir y morir libres defendiendo la fe santa en que nacimos, me parece suprimible por cuanto no hay de ella una necesidad absoluta y que acaso puede chocar algún día con nuestros principios de política. Los países cultos han proclamado abiertamente la libertad de creencias… e importaría tanto proclamar en Chile una religión excluyente, como prohibir la emigración hacia nosotros de multitud de talentos y brazos útiles en que abunda el otro continente. Yo a lo menos no descubro el motivo que nos obligue a protestar la defensa de la fe en la declaración de nuestra independencia”.

Aquello fue la antesala de una concepción republicana, que se fue asentando profundamente en aquellos que querían hacer avanzar a Chile, con los fuertes y constantes vientos del progreso por una nueva construcción social. Es la voluntad progresista de establecer los grandes derechos de la Humanidad y la humanización.
Es en esa misma aspiración donde se construyen las figuras de Bilbao y Eduardo de la Barra, como los grandes teóricos de las libertades políticas, sociales y espirituales. Así es como se construyen las herencias de Santiago Arcos, Victorino Lastarria, Manuel Antonio Matta, Pedro León Gallo y Angel C. Gallo, en el campo de la acción política. Esa es la aspiración que se renueva con otros contenidos, con las reivindicaciones femeninas de Martina Barros, Isabel Le Brun, Micaela Cáceres y Eloísa Zurita.

Es lo que está presente cuando se promulgan las leyes laicas, o cuando se impulsa la educación como un objetivo nacional a partir del Estado Docente. Es el impulso que se hace evidente en la emergencia y consolidación mesocrática. Es lo que está presente en la emergencia del movimiento obrero, en torno a las figuras de Luis Emilio Recabarren, Alejandro Escobar Carvallo, Augusto Pinto o Carlos A. Martínez.

Es lo que ha estado presente en las figuras que impulsaron a Chile hacia la modernización y los desafíos del siglo XX: Arturo Alessandri, Pedro Aguirre Cerda, Amanda Labarca, Marmaduque Grove, Eugenio Matte, Juan Antonio Ríos y Salvador Allende. A quienes desde el campo de la educación concibieron a esta como la herramienta para la construcción de la libertad de conciencia y el progreso nacional: Valentin Letelier, Darío Salas, Eugenio Gonzalez Rojas y Juvenal Hernández.

Junto a ellos hay miles de chilenos que bajo la inspiración de la libertad de conciencia han realizado su aporte en el servicio público y en instituciones orientadas al desinteresado servicio a los demás, sin pretensiones de subordinar a los destinatarios de ese servicio a un conjunto de ideas predeterminadas. Son los miles de laicistas que son y han sido funcionarios del Estado, que son y han sido voluntarios de Bomberos, del Bote Salvavidas, de Cruz Roja, de Boy Scouts; que son y han sido educadores y académicos, administradores de justicia, integrantes del sistema público de salud, etc.

Ellos han hecho su aporte a esta Patria que es de todos, y la han construido con la idea de que debe ser de todos. Son los que han comprendido oportunamente las deudas y las falencias, trabajando con decisión por satisfacerlas. Son los que asumen la crudeza de la crítica social para convertirla en una oportunidad para avanzar y convertir los retrasos en avances.

A 200 años de su primer acto de independencia, Chile, en el momento de pasar lista a sus éxitos y fracasos, en el ámbito de su convivencia social reconoce sus retrocesos y sus avances. Los débitos aparecen con una crudeza que asombran, pero ello no objeta la fortaleza de lo que nos identifica como una comunidad nacional, sostenida en convicciones profundas que los fundadores de nuestra República, de nuestro país, nos siguen transmitiendo con la fortaleza de su doctrina.

La convicción laicista que sostuvieron Bernardo O´Higgins, Ramón Freire, Francisco A. Pinto y Manuel Blanco Encalada, por mencionar a los más significativos, es la que renovamos como proyecto nacional de convivencia, cuando celebramos el Bicentenario de la emancipación de Chile.

El laicismo como camino de convivencia y libertad.

Francisco Córdova Echeverría




Todas las personas son diferentes, desde su genética hasta el medio socio-ecológico que los rodea. Somos seres particulares, únicos e irrepetibles. También somos animales comunitarios, familiares, de clanes, de grupos, de identidades, somos una especie con sentido y necesidad de pertenencia. Lo complejo entonces es saber congeniar nuestra particularidad con nuestro impulso de sociabilizar con otros.

Los seres humanos nacemos con el potencial, derecho y necesidad de ser libres. Libres de poder decidir qué queremos hacer con nuestras vidas, de elegir cuál será mi fuente de felicidad y de realización personal, libres de aprender y explorar nuestros sentidos y deseos, de caminar por nuestras verdades y darle sentido a nuestra vida en base a lo que consideramos beneficioso para nosotros.

Ese hermoso potencial libertario debe ser articulado con los hermosos potenciales de los demás, simbiosis utópica que formaría una sociedad en donde cada cual podrá desarrollar sus deseos y máximo potencial socio-cognitivo en convivencia y coherencia con el resto de los sujetos que le rodean. Lamentablemente así como nacemos con la virtud de hacer el bien, lo bello y lo justo, podemos ser avaros, egoístas, insensibles y desproporcionados. Por estos motivos, el ser humano en su lucha constante dicotómica de sociedad/individualismo ha desarrollado durante su historia regulaciones, impuestas-autoritarias o acordadas-democráticas que para bien o mal intentan siempre por medio de la coercitividad, forzar a los individuos a limitar sus libertades en beneficio de un bien mayor.

Estas leyes regulatorias siempre tienen un origen filosófico, un núcleo central ideológico que da el sentido a la sociedad que deseamos formar. Así cada cultura desarrolló sus propias leyes, dioses y rituales, modos de convivencia y de castigo. Pero, el ser humano en su potente evolución cognitiva comenzó a comprender gracias a la mente y voluntad de hombres virtuosos que tenemos un encarnado sentido del bien y el mal cuando nos ilustramos y comenzamos a dar respuesta a las grandes preguntas desde la base de nuestra particularidad. En otras palabras, cada persona tiene el potencial de encontrar sus propias respuestas a sus propias necesidades y orientar estas mismas hacia el bien común. Todo lo anterior nos libera de cualquier imposición dogmática lo que nos asegura nuestro más preciado tesoro, nuestra libertad.

Así, por ejemplo, se comenzaron a nombrar ciertos principios nobles que no necesitan de una divinidad para seguir lo bueno, justo y bello. Libertad, igualdad y fraternidad comienza a sonar fuerte en la vieja Europa, hombres de bien y formados en las artes del humanismo laicista comienzan a manifestar su deseo de liberarse de los fundamentalismos ideológicos para buscar sus propios caminos espirituales.
Así comienzan algunos países a separar fe colectiva del Estado, exigiendo garantías de que nuestros organismos sociales no impongan a la fuerza evidente o de manera agazapada una particular visión de búsqueda de respuestas y de caminos hacia nuestra espiritualidad. Las religiones son tan respetables como las posturas ateas y esotéricas, pero lamentablemente han sido usadas por maleados hombres de poder para controlar sociedades completas con el fin generar beneficios particulares y puestos de poder que garantizan tener a pueblos completos sirviendo a sus necesidades particulares.

De esta manera existen organizaciones administradores de fe que poseen riquezas inimaginables pero que profesan la pobreza y la entrega a los desposeídos a vista y paciencia de todos, aún bajo ese descaro, buscan mecanismos para imponer su visión particular de moral a todos los habitantes de todos los países, y para esto usan sus brazos políticos dentro del Estado, los gobernantes.

Gobiernos de todas las latitudes del mundo, luego de la dolorosa Segunda Guerra Mundial y mediante la Declaración de los Derechos Humanos, manifestaron la necesidad de garantizar por parte de los Estados, que toda persona “tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”. Esto hace incompatible que nuestras autoridades elegidas democráticamente tomen decisiones políticas que pierdan el sentido garante de no afectar el libre albedrío de sus gobernados en los planos morales particulares.

Esta capacidad humana de tolerar la existencia de diferencias entre cosmovisiones morales de individuos se llama Laicismo, siendo éste una forma de garantizar que todas las personas dentro de los marcos del bien común y de lo justo, bello y bueno podrán desarrollar sus propias búsquedas de respuestas a sus preguntas existenciales y espirituales, respetando siempre las leyes que cada sociedad ha construido para sí.

El Laicismo no significa tolerar "todo" como principio, no es una venda ciega en los ojos frente a actitudes llenas de odio, maldad e injusticia. El Laicismo y el laicista no toleran el odio racial, la xenofobia, el clasismo y cualquier otra manifestación negativa que atente contra la libertad de los demás individuos de vivir sus particularidades. El Laicismo respeta las diferencias y garantiza su existencia procurando que estas libertades deban enmarcarse dentro de la vida particular de cada individuo y que las acciones públicas propendan siempre al bien común y a la no invasión de las libertades de los demás. Todos son libres de vivir su espiritualidad de manera particular sin invadir la particularidad del otro y menos obligar a que deba pensar de cierta forma.

Por eso es tan importante que nuestros gobernantes gobiernen de manera laicista, sin mezclar sus creencias particulares con las decisiones del Estado, porque aquello atenta directamente a la libertad que debemos garantizar como sociedad para que todos sean libres de buscar sus propios caminos hacia su felicidad.

El Lamento Mapuche



Luis Riveros Cornejos



Después de logrado el aplacamiento militar de La Araucanía en el siglo XIX –proceso que eufemísticamente denominamos “pacificación”– fueron pocas las acciones efectivas del Estado destinadas a incorporar al pueblo mapuche a nuestra realidad de nación. Mas aún, los obligamos a olvidar su cultura y su lenguaje, los forzamos a seguir nuestros patrones históricos, los dejamos abandonados a su suerte en materia económica y social luego de expropiar sus tierras.

El resultado es un pueblo discriminado, empobrecido, falto de oportunidades en el sentido más amplio del concepto y, por lo mismo, con un creciente resentimiento contra la nación chilena. El esfuerzo integrador que llevó a cabo el país durante el siglo XIX, perdió fuerza y efectividad durante el siglo XX: el Estado chileno mantuvo un sistemático olvido de la realidad y necesidades de los pueblos originarios.

Contradictoriamente, nos hemos mantenido hablando de nuestro orgullo por esa raza mapuche que se opuso tenazmente al dominio español, y que sembró nuestra historia con episodios emocionantes. Pero del punto de vista práctico, ellos han sido olvidados, segregados, innoblemente reducidos a un papel secundario en nuestra propia historia, inmerecidamente respecto a su milenario pasado.

¿Por qué deberíamos entonces sorprendernos ante protestas que bien o mal llevadas reflejan el descontento ancestral por la ausencia de una política efectiva de integración nacional? Se trata de un problema de Estado frente al cual no cabe la visión política pequeña que trata de acarrear aguas a estrechos molinos ideológicos.

Hay que reconocer que el país ha fracasado a lo largo de un siglo para lidiar efectivamente con este problema, y que en estos días de celebración del Bicentenario Chile espera una reacción distinta basada en el humanismo. En efecto, ésta debe ser la base para una nueva doctrina de Estado que permita trasladar el éxito material hacia todos, para producir una efectiva integración nacional y para crear las condiciones de estabilidad social que precisa nuestro futuro.

Publicado en el diario "Estrategia" del 15/09/10

miércoles, 15 de septiembre de 2010

UN HOMENAJE A UN LIBERTADOR DE AMÉRICA




EN EL BICENTENARIO DE MÉXICO



La Excomunión de Miguel Hidalgo y Costilla
“Por autoridad de Dios todopoderoso, el Padre,Hijo y Espíritu Santo; de los santos canones, de la inmaculada Virgen Maria Madre y Nodriza de nuestro salvador, de las virtudes celestiales, Ángeles, arcángeles, tronos, dominios, papas, querubines y serafines y de todos los santos patriarcas y profetas, apóstoles y evangelistas, de los santos inocentes quienes a la vista del santo cordero se encuentran dignos de cantar la nueva canción, de los mártires y santos confesores, de las santas vírgenes y de los santos, juntamente con todos los santos elegidos de Dios, lo excomulgamos y anatematizamos y lo secuestramos de los umbrales de la Iglesia del Dios Omnipotente para que pueda ser atormentados por eternos y tremendos sufrimientos juntamente con Datán y Avirán y aquellos que dicen al Señor ¡Apártate de nosotros! porque no deseamos uno de tus caminos y así como el fuego del camino es extinguido por el agua sea la luz extinguida en el para siempre jamás”.

“Que el Hijo quien sufrió por nosotros, lo maldiga. Que el Espíritu Santo que nos fue dado por el Bautismo, lo maldiga. Que la Santa Cruz a la cual ascendió Cristo por nuestra salvación, triunfante de sus enemigos, lo maldiga. Que la Santa y Eterna Virgen Maria, madre de Dios, lo maldiga.”

“Que todos los Ángeles y Arcángeles, principados y potestades y todos los ejércitos celestiales, lo maldigan. Que San Juan el precursor, San Pedro, San Pablo, San Andrés y todos los demás apóstoles de Cristo juntamente, lo maldigan. Y ojala que el resto de los discípulos y los cuatro evangelistas quienes por sus predicaciones convirtieron al mundo universal y ojala la Santa Compañía de mártires y confesores quienes por sus santas obras se han encontrado agradables al Dios Todopoderoso, lo maldigan”.

“Ojala que el Cristo de la Santa Virgen lo condene. Ojala que todos los Santos desde el principio del mundo y todas las edades quienes se hallan de ser amados de Dios lo condenen, ojala que los cielos y la tierra y todas las cosas que hay en ellos lo condenen. Que sea condenado donde quiera que este, en la casa o en el campo, en caminos o veredas, en las selvas o en el agua o aun en la iglesia”.

“Que sea maldito en el vivir y en el morir, en el comer y el beber, en el ayuno o en la sed, en el dormitar o en el dormir, en la vigilia o andando, estando de pie y sentado, acostado o andando, mingiendo o cantando y en todas las sangrías. Que sea maldito interior o exteriormente, que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes, en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares, en sus labios y en su garganta, en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos , en sus manos y en sus dedos, que sea condenado en su pecho, en su corazón y en todas las viseras de su cuerpo”.

“Que sea condenado en sus venas, en sus músculos, en sus caderas, en sus piernas, pies y uñas de los pies, que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo, que desde la parte superior de su cabeza hasta la planta de sus pies no haya nada bueno en el. Que el Hijo del Dios Viviente, con toda la gloria de su majestad lo maldiga y que el cielo con todos los poderes que hay en el lo maldigan y lo condenen”

“AMEN”

Este edicto de Excomunión fue dado a conocer al Padre de la Patria el día 29 de Julio de 1811, antes de ser pasado por las Armas.

Respuesta de Don Miguel Hidalgo y Costilla a su Excomunión.

A la excomunión y terribles anatemas lanzados contra Don Miguel Hidalgo y Costilla por el Obispo de Michoacán, Manuel Abad y Queipo – nunca levantados por mas que la Iglesia asegura hoy día lo contrario - El Padre de la Patria respondió con firmeza y decisión.

“Los opresores no tienen armas ni gentes para obligarnos con la fuerza a seguir la horrorosa esclavitud a que nos tenían condenados. ¿Pues que recurso les quedaba? Valerse de toda clase de medios injustos, ilícitos y torpes que fuese, con tal que conduzcan a sostener su despotismo y la opresión de la América ; Abandonan hasta la ultima reliquia de honradez y hombría de bien, se prostituyen las autoridades mas recomendables, FULMINAN EXCOMUNIONES QUE NADIE MAS QUE ELLOS SABEN QUE NO TIENEN FUERZA ALGUNA; PROCURAN AMEDRENTAR A LOS INCAUTOS Y ATERRORIZAR A LOS IGNORANTES PARA QUE ESPANTADOS CON EL NOMBRE DE ANATEMA, TEMAN DONDE NO HAY MOTIVO DE TEMER ”.
“¿Quien creería, amados conciudadanos, que llegase hasta este punto el descaro de los gachupines? ¿Profanar las cosas más sagradas para asegurar su intolerable dominación? ¿Valerse de la misma religión santa para abatirla y destruirla? ¿Usar las excomuniones contra toda la gente de la iglesia, fulminarlas sin que intervenga motivo de religión?”.

“ABRID LOS OJOS AMERICANOS, NO SOLO OS DEJEIS SEDUCIR DE NUESTROS ENEMIGOS; ELLOS NO SON CATOLICOS SINO POR POLITICA; SU DIOS ES EL DINERO Y LAS CONMINACIONES SOLO TIENEN POR OBJETO LA OPRESION. ¿Creéis acaso que no puede ser verdadero católico el que no este sujeto al déspota español? ¿De donde nos ha venido este nuevo dogma, este nuevo artículo de fe? ABRID LOS OJOS, lo vuelvo a decir, meditad sobre vuestros verdaderos intereses; de este precioso momento depende la felicidad o infelicidad de vuestros hijos y de vuestra numerosa comunidad. Son ciertamente incalculables, amados conciudadanos míos, los males a que quedan expuestos, si no aprovecháis este momento feliz que la divina providencia os ha puesto en las manos ; NO ESCUCHEIS LAS SEDUCTORAS VOCES DE NUESTROS ENEMIGOS QUE BAJO EL VELO DE LA RELIGION Y DE LA AMISTAD OS QUIEREN HACER VICTIMAS DE SU INSACIABLE CODICIA” .

Así respondió este hombre extraordinario a la Santa Inquisición y aun prisionero en Acatita de Baján en manos del terrible tribunal mantuvo su actitud digna, aunque atado y a culatazos, le obligaron a arrodillarse para escuchar su sentencia de muerte y degradación sacerdotal.

Al alba del 30 de Julio de 1811 se ejecutó la sentencia por una docena de soldados que le fusilaron. El cadáver de Hidalgo, en una silla colocada en una tarima fue expuesto al público a la derecha de la puerta principal del Colegio de la compañía, hoy palacio de gobierno de Chihuahua, frente a la plaza. Al anochecer se le introdujo al edificio y tendido sobre unas tablas, llamaron a un indio tarahumara para que de un solo tajo le cortara la cabeza con un machete.

Tras una larga peregrinación por Chihuahua, Zacatecas, Lagos de Moreno, León y Guadalajara, para escarmiento de los insurgentes, la cabeza conservada en sal se colocó en una pica y permaneció durante muchos años en la alhóndiga de Granaditas, junto con las de Allende, Aldama y Jiménez, una en cada esquina, hasta que las retiro el pueblo en 1821.

Visto lo anterior ¿Tiene algún caso que el episcopado Mexicano diga que se levantó la excomunión, o que no se le excomulgó? Ninguno, y ahí están las propias palabras de Hidalgo al responder a quienes le anatomizaron.

Aporte enviado por Manuel Jiménez Guzmán, desde México

PUEBLO MAPUCHE, UNA CORAL CONGREGACION DE PORVENIR







Vicente Painel


Los Mapuche (che: pueblo. Mapu: Territorio sagrado) son un pueblo que habita desde era precolombina a ambos lados de la cordillera - Meli Wixan Mapu (Cuatro áreas del territorio)-, en lo que hoy corresponde al Estado de Chile y Argentina. Luego de sendos levantamientos como el del Toki Leftraru (Lautaro) y los vencedores de Kuralaba (1598), Tokis Pelentraru y Angamanon, se consiguió independencia ratificada con el Imperio Español por el Parlamento de Quillen (Quilín) en 1641. La queda fijada en el río Biobio. Ya con la República de Chile, el Libertador Bernardo O´Higgins, establece la voluntad de reconocer el Estado Mapuche (luego será exiliado); Ramón Freire consagra el 7 de Enero de 1825 con el Parlamento de Tapiwe el respeto a la soberanía mapuche al sur del Bío Bio, estipulando la categoría de “pueblos hermanos” entre mapuche y chilenos (posteriormente, Freire también será exilado).

El País Mapuche (Wallmapu) goza de salud por siglos, su historia se sintetiza en una federación comunitaria y economía de potencia ganadera e industria textil – Edad de plata -. El Wallmapu perdura hasta la mitad del siglo XIX en que el Estado de Chile en simultaneidad con el Estado Argentino comienzan una estrategia de combinación de guerra de guerrilla, guerra de movimiento y guerra de posición, consumando un genocidio de 40 años aprox., engullendo la rica área; condenando al pueblo mapuche al subdesarrollo dentro de países subdesarrollados, incorporándolos a un intercambio que los despoja, minando su cultura y socavando su personalidad mediante el racismo.

En la actualidad, se cuentan 604.349 mapuche (Censo 2002) concentrándose en la IX región y las principales ciudades de Chile. No obstante, dada la falta de la variable intercultural en las mediciones oficiales, sumado a los mapuches que habitan del lado argentino, se estima que superan el millón de personas. En 1992 renace el ciclo de demandas mapuche coincidiendo en la emergencia continental indígena. Las iniciativas se entrelazan en la reivindicación territorial desde una matriz agro-cultural, hallando resonancia en la población mapuche migrada en las urbes y algunos chilenos (wenuy) que se identifican debido a la inequidad causada por el neoliberalismo y la transculturización digitada por las disposiciones sistémicas mediático-conductistas.

Desde la mitad del siglo XIX, cuando la “fracción” mercantil y dependiente de Inglaterra (luego de USA) hegemoniza la constitución del Estado, se ha desconocido los Mapuche, solo citándolos como pretérito guerrero – Araucano -, estereotipándolos para justificar una normalidad unidimensional. No obstante, en la actualidad, el Estado de Chile ha ratificado el Convenio 169 de la OIT con lo que se les reconoce como Pueblo Indígena y por ende Sujeto de Derecho. Sin embargo, considerando el ethos del Estado, cabe la posibilidad que el gesto sea un dispositivo de racismo renovado, un reconocimiento de un pueblo con derechos limitados, la creación de un gueto subvencionado de perfil folclórico.

Los mapuche, se han ido organizando de forma independiente a los Partidos Políticos tradicionales; adoptan modos rurales de asociación con sintonía en agrupaciones mapuche urbanas. El despliegue en estas últimas dos décadas los ha visibilizado como actor que si bien no demuestra una dirección única, se evidencia como un movimiento, el único movimiento que ha podido limitar la vorágine neoliberal chilena exacerbadamente consumista, centralista y expoliadora.

Los gobiernos de Lagos y Bachelet declararon terroristas a los mapuche que reivindicaron acciones directas en zona rural. Además, durante estos gobiernos, fueron asesinados por Carabineros los comuneros Lemun, Catrileo y Collio – asunto totalmente impune -. Existen decenas de comuneros que se encuentran presos por juicios espurios; varias comunidades mapuche sufren la excepcionalidad del Estado de Derecho - Estado de Derecho por cierto, que reitera un historial de represiones que hacen concebir la excepcionalidad como confirmación del mismo-. Hoy, el gobierno de Piñera – Derecha secular -, enfrenta una Huelga de Hambre de Presos Políticos Mapuche (condenados por la Ley Antiterrorista creada por la dictadura de Pinochet y aplicada por la Concertación). La movilización devela la indignidad de las autoridades en pleno Bicentenario.

Las perspectivas de los Mapuche pasan entonces: por la libertad de sus activistas y el desarrollo del carácter popular, ambiental, provincial y andinista que potencialmente han ido portando; por la sensibilización internacional ante el apartheid sofisticado y tecnológico del Estado; y por el pueblo chileno que despierte del letargo ansiolítico en que se amarra por altas dosis de deudas y vulnerabilidad.