sábado, 28 de enero de 2012

A PROPÓSITO DEL DIA DE LAS IGLESIAS EVANGÉLICAS Y PROTESTANTES EN CHILE.




Sebastián Jans

Hace tres de años, los legisladores aprobaron la instauración en calidad de feriado el 31 de octubre, del Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes. Por primera vez se estableció un feriado que recogiera tradiciones confesionales no católicas, señalando un significativo hito en el reconocimiento a la igualdad de los credos ante la ley.
La moción que permitió que el proyecto de ley entrara en tramitación, en noviembre de 2006, fue obra de los diputados Enrique Accorsi Opazo, Marcos Espinosa Monardes, Carlos Abel Jarpa Wevar, Fernando Meza Moncada, Alberto Robles Pantoja, Alejandro Sule Fernández y Samuel Venegas Rubio. Los menciono expresamente para reivindicar su aporte a las libertades de conciencia en nuestro país.
El feriado, pese a su importancia, no quedó como inamovible en la tramitación parlamentaria, sino que queda a discrecionalidad del día en que corresponda al 31 de octubre, para ser cambiado a un día viernes o lunes, perdiendo su relación con la fecha indicada. No se dio por lo tanto la misma categoría que a los feriado religiosos del 15 de agosto, Día de la Asunción de la Virgen, 01 de Noviembre, Días de Todos los Santos, o del 08 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, y que tienen una naturaleza esencialmente católica. En esta situación de movilidad están también los feriados católicos de San Pedro y San Pablo, en julio, y un tercer feriado relativo a la Virgen, que corresponde a la festividad del Carmen.
Los otros feriados religiosos chilenos, corresponden a la Navidad y Semana Santa, que debemos entenderlos dentro de la generalidad cristiana que incluye a las tres tradiciones existentes en el país: católica, protestante y ortodoxa. Sin embargo, pareciera ser que los días Viernes y Sábado Santo, no satisface a las iglesias protestantes, que consideran la resurrección de Cristo como el hecho glorificable y trascendente, y no reviven la pasión y muerte como parte de sus ritos.
El caso es que, pese a las condiciones de desigualdad, los pastores evangélicos lograron que su credo pudiera tener un feriado, que recordara el día en que, el padre de la Reforma -Martín Lutero –, clavara sus 95 tesis en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg, condenando las prácticas de la Iglesia Católica en la concesión de indulgencias y otras conductas contrarias a la doctrina legada por Cristo.
Es el comienzo del movimiento protestante en Europa, que comenzará a extenderse por todo el mundo, desde entonces. En América Latina hay más de 150 millones de personas que pertenecen a distintas denominaciones protestantes. Gran Bretaña es el país con el mayor porcentaje de habitantes pertenecientes a esas denominaciones, en tanto Estados Unidos es el país con mayor cantidad de habitantes que tienen un credo protestante (alrededor de 170 millones de personas). Brasil es el que tiene el mayor número en América Latina (sobre 51 millones), en tanto Guatemala tiene el mayor porcentaje de su población: 45%.
La historia del protestantismo en Chile, ha sido la historia de los pobres por asumir su religiosidad desde una perspectiva diferente a la Iglesia asociada a la conquista, a la colonización, y a la historia del Chile independiente. Es una historia de exclusiones y segregación. Sin embargo, también es una historia de hitos que van configurando de manera creciente, el aporte a la diversidad de pensamiento y de conciencia.
El primero de esos lo protagoniza Bernardo O´Higgins al autorizar cementerios para no católicos en Valparaíso y Santiago, en 1819. Dos años después, en 1921, bajo su patrocinio, llega el pastor bautista James Thomson, para implantar el sistema educacional lancasteriano, un episodio que abre los desafíos de construir una educación nacional, justamente al comenzar la República. Thomson inicia también el trabajo de las Sociedades Bíblicas en Chile. Doce años después llega el Pastor John Rowland, a trabajar en los cerros de Valparaíso, y tres años después el inglés y pastor anglicano, Allan Gardiner, comienza un trabajo evangelizador entre los mapuches.
En 1847, el pastor David Trumbull, un enorme referente misionero protestante, inicia su vasta labor en Valparaíso y conforma de Sociedad Bíblica y la Union Church. Tiempo después forma la Iglesia Presbiteriana de Chile, en Santiago.
Le seguirán nuevos pastores que llegan al país, ubicándose en sectores muy populosos, favoreciendo que hacia inicios del siglo XX, comience los que el teólogo Humberto Lagos denomina “el fenómeno social evangélico-pentecostal”. Iniciado el siglo XXI, el censo de población del año 2002, da cuenta de la existencia de un 15,14% de la población chilena que se declara evangélico.
Vista la realidad protestante en el plano de los derechos y en un contexto comparativo de los derechos y la igualdad ante la ley, el Estado de Chile tiene aún muchas deudas con las Iglesias Protestantes y con los credos de minorías, como consecuencia del largo proceso de incompletud de la separación de la Iglesia Católica y el Estado.
La ley 19.638 que data de 1999, que establece las normas para la Constitución Jurídica de las Iglesias y Organizaciones Religiosas, presenta muchas falencias y desigualdades, que favorecen condiciones de privilegios. Esto se ve expresado incluso en la forma como el Estado trata las distintas confesiones. En muchas instituciones del Estado, incluso aún se siguen conculcando los derechos de igualdad ante la ley de todos los credos.
En muchas, o demasiadas instituciones del Estado, aún se manifiestan acciones amparadas en criterios de hegemonía, incluso al margen de los derechos constitucionales. Un aspecto relevante de ello es lo que se manifiesta en las Fuerzas Armadas, por ejemplo, instituciones que deben expresar necesariamente la integridad de la componencia nacional, donde, a pesar de la separación del Estado y la Iglesia, al menos así proclamada constitucionalmente en 1925 y en 1980, aún siguen expresándose acciones que favorecen condiciones de hegemonía y exclusión.
Resulta doloroso para las minorías tener que ocultar su fe, para garantizar su carrera profesional, o ser sometido a obligaciones religiosas castrenses, en contra de sus creencias religiosas, imponiéndoles cultos y actividades comprendidas dentro de un arbitrio avasallador y contrario la ley.
En ese sentido, ha resultado muy estimulante la Circular del 25 de marzo de 2011, del Comando General de Personal del Ejército de Chile, en que reiteró “el cumplimiento de disposiciones referidas a aspectos religiosos”,que en lo fundamental estableció la absoluta voluntariedad del ejercicio de la fe y determina – lo más importante – que los actos religiosos dentro de unidades militares no constituyen “actos de servicio”. También establece que no se podrán entregar artículos o elementos religiosos en forma masiva, sin el consentimiento de las personas que lo reciban, y dispone que el Comando de Bienestar se preocupe de dar asistencia religiosa dentro de la institución, según el credo de cada requirente.
Por cierto, ello es un buen comienzo, no solo para el Ejército de Chile, sino también para las Fuerzas Armadas en su conjunto. Se consolidará en el tiempo, cuando sea posible constatar que ningún oficial, suboficial, clase o soldado sea obligado a realizar actos religiosos, dentro y fuera de los cuarteles, que no correspondan a su credo o convicciones. De la misma manera, cuando nadie por sus creencias o carencia de ellas, pueda ver conculcada su carrera militar o su paso a los altos mandos de la institución. Se consolidará cuando los mandos de la Armada de Chile asuman que son una institución que requiere homologar sus normas y prácticas religiosas, en relación a las demás instituciones armadas.
Quienes no tenemos una identidad teológica y no somos parte de ninguna opción confesional, en virtud de lo cual tenemos también una calidad de minoría de conciencia, saludamos los logros en sus derechos y la trayectoria de esfuerzo y convicciones de quienes se aprestan a celebrar su día, el 31 de octubre. Con ellos compartimos la opción por la igualdad ante la ley, las demandas en contra de posiciones excluyentes, y el deseo de una ley de cultos justa en todos sus alcances. Compartimos también la voluntad de respetar y hacer respetar todas las opciones de conciencia, todas las creencias y concepciones sobre la vida y la muerte, que corresponden al ámbito íntimo de cada persona, respecto de cómo entiende y construye su lugar en la vida, en la sociedad y en el mundo.
Publicado en Reeditor.com 30/10/2011

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