domingo, 6 de febrero de 2011

CHILE: TOP EN LA SEGREGACIÓN EDUCACIONAL EN EL MUNDO.





Sebastián Jans

Cada cierto tiempo, la evidencia dura del drama de la educación que vive nuestro país, emerge con particular fuerza, escapando a la lógica de la autocomplacencia o a la pirotecnia del gobierno de turno, para poner en evidencia los resultados del modelo en aplicación, bajo los parámetros del concepto subsidiario vigentes en nuestra educación nacional.
Este último concepto – la educación nacional – es el que ha estado efectivamente en crisis por más de una generación, con los paupérrimos resultados de calidad, desde el momento en que se construyó el actual modelo, basado en la mercantilización y privatización de los servicios educacionales.
Determinada por la intervención de empresarios, a través de corporaciones, sociedades, sostenedores, congregaciones, o cualquier tipo de entidades, la educación solo arroja cifras que muestran siempre falencias, cuando se trata de logros de alcance nacional, como no sea la manida reivindicación de la cobertura de matrículas, el que siendo un logro valioso se pierde frente al resultado general.
Los expertos no dejan de mostrar lo que tenemos al debe, y lo que significa el resultado final en cuanto a la pérdida de objetivos nacionales y logros como sociedad o como país. Una investigación en desarrollo, por ejemplo, ha dado cuenta de la enorme segregación social en las escuelas chilenas. Chile ocupa el segundo lugar en segregación social, entre 65 países estudiados.
¿Qué significa esto? Que las posibilidades de que el sistema educacional mezcle en las escuelas a alumnos de distinto origen social son prácticamente nulas.
La información proviene de la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económico), más conocida como Prueba PISA, realizada en el año 2009, y cuyos resultados se han conocido a fines de 2010. Esta información está siendo trabajada por el Centro de Investigación Avanzada de Educación (CIAE), de la Universidad de Chile, según da cuenta el oficialista diario “La Tercera” el domingo pasado.
Los datos, derivados de la muestra realizada en 200 colegios y con la participación de 5.600 estudiantes, no hacen sino confirmar la misma tendencia que se mostró la prueba anterior (2006), en cuanto a que Chile sigue estando entre los “top” de la segregación social en la educación en el mundo.
Los expertos están de acuerdo en que ello está asociado íntimamente a la desigualdad del país, que establece de manera brutal la participación segregada de los educandos en el sistema, de acuerdo a su procedencia socioeconómica. La opinión de los expertos apunta a la carencia de colegios que respondan a políticas de integración, y la experiencia mundial y el resultado de la Prueba Pisa lo confirma, en cuanto a que la educación pública es la única que logra los mejores índices de integración social y garantiza la movilidad social.
De hecho, quienes encabezan los resultados en sentido contrario a Chile, es decir, aquellos que destacan por su integración y por contar con escuelas más heterogéneas, son los países nórdicos, donde la educación en más de un 90% es de carácter pública y gratuita. Suecia, Noruega y Finlandia destacan en sus sistemas educacionales por el concurso activo del Estado, y gozan de una educación de alta nivelación social basada en el mérito y en las oportunidades según el esfuerzo de sus educandos, no importando su procedencia social.
En esos países, en una misma aula, se encuentran alumnos de las clases pudientes, de las clases medias y de sectores pobres, compartiendo la realidad de un mismo país, de un mismo proyecto de sociedad, de un mismo esfuerzo de formación de las nuevas generaciones. Es la misma educación para todos, y todos tienen el mismo piso formativo. Desde luego, ello potencia las capacidades y el mérito, y el país se beneficia de contar con toda la capacidad de inteligencia disponible entre sus niños y jóvenes.
En Chile, en cambio se desprecia a una parte significativa de la inteligencia disponible por ser pobre. A los educandos pobres se les condena a escuelas públicas, cuyas características son conocidas por todos, las que determinan su futuro de modo definitivo. A ello contribuyen todos los actuales prestadores de educación. Es más, la segregación actúa de modo muy eficaz, de acuerdo a los niveles de ingreso: colegios públicos para los más pobres, colegios subvencionados según ingreso para los estratos medios y colegios de excelencia y privados para los más ricos.
El amplio espectro de los colegios subvencionados, en tanto, también estratifica según las condiciones de ingreso o ubicación, porque no es lo mismo un colegio de clase media de una comuna muy populosa, que uno de un barrio de mayor ingreso. Recordemos que los barrios chilenos están drásticamente estratificados por el ingreso, factor que se acentúa según la magnitud de la concentración urbana. Cuanto más grandes es la ciudad mayor es la diferenciación social de los barrios que la integran.
Potenciar una educación pública, laica y gratuita es la única posibilidad de integrar a nuestro país, y potenciar una idea nacional. Es la forma de producir un país donde todos se sumen al esfuerzo del desarrollo y aporten con sus capacidades, no importando su extracción social. Es la manera de que la educación deje de ser un buen negocio para convertirse en un instrumento fundamental y trascendente para hacer país.
Es lo que permitirá que los más pobres sientan efectivamente que la educación es la verdadera oportunidad para lograr un lugar digno en la vida y en la sociedad. Es lo que permitirá a las clases medias sentir un desahogo frente a la constante presión económica de servicios educacionales de alto costo, cuyos resultados en definitiva no son los mejores en términos de la calidad y los resultados académicos esperados.

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