miércoles, 1 de julio de 2015

Juan Rivano. Adiós a un pensador crítico


por Rogelio Rodríguez

Después del fallecimiento de Félix Schwartzmann, en febrero del año pasado, y de Humberto Giannini, en noviembre, nos ha dejado en abril de este año otro de nuestros grandes filósofos, acaso el más lúcido, agudo y osado en materias de análisis y crítica social: Juan Rivano.
En uno de sus libros  - El encierro del Minotauro. Ejercicios del sinsentido, el mito y el poder (1994) -, Rivano escribió que el poder y el engaño son realidades sustantivas del mundo y que el pensador crítico, viviendo también en el mundo y viendo las cosas con ojos despiertos y diciendo lo que ve, entra en conflictos con el poder. 
Esto, sin duda, puede considerarse en su caso una autorreferencia, ya que  – estando la verdad y la crítica en juego -  el mismo Rivano enfrentó valerosamente la fuerza del poder y asumió las consecuencias.  Entre otras, la consecuencia de que, en el momento de su lamentable partida, sus amigos y discípulos chilenos hayamos tenido que despedirlo a la distancia.
Por sus ideas libertarias, su estilo franco de nombrar las cosas y su permanente denuncia de la filosofía académica nacional, que acusa de descomprometida con los grandes problemas de nuestra sociedad y, por tanto, sostenedora del statu quo, luego del golpe militar de 1973 Rivano fue perseguido, despojado de sus cátedras y despedido de la Universidad de Chile (donde ejercía por largos años como profesor de Lógica y de Teoría del Conocimiento) y encarcelado.
Finalmente partió al exilio, en 1976, decidiendo residir en Suecia, donde trabajó como investigador de la Universidad de Lund hasta el momento de su jubilación. Sin embargo, nunca dejó su tierra.  Desde 1990  - fecha en que se le permitió regresar a su patria -, Rivano viajó a Chile numerosas veces trayendo siempre un texto original bajo el brazo. Así, publicó en estos años, en nuestro país, una quincena de libros casi todos bajo el sello de Bravo y Allende Editores. 
Entre otros destacan: Religión y darwinismo (1990); Diógenes: los temas del cinismo (1991); La vertebración de la filosofía (1994); El encierro del Minotauro (1994);  Retórica para la audiencia (1998); Introducción a Montaigne (2000) y Los dichos en el habla chilena (2002).
A estas publicaciones de contenido diverso las hermana un mismo propósito: Rivano siempre reflexionó y escribió con su mirada puesta en nuestro suelo, generando instrumentos analíticos que nos permitieran, a sus lectores, penetrar en nuestra realidad social y examinar clara y hondamente sus recovecos. 
La filosofía - a su juicio -  debe servir para descorrer el velo y desnudar los fundamentos de los “asuntos humanos” que experimentamos.  Esta misión se refleja asimismo en los autores tratados en sus obras, muchos de los cuales fueron introducidos por Rivano a nuestros ambientes intelectuales por su perfil perspicaz y provocativo: por ejemplo, Lear, Toulmin, Dawkins, Tomkins, Szazs, Ludwig, Mencken.
No obstante su ingente producción teórica (complementada con la publicación de más de una veintena de ensayos en revistas académicas, así como otra buena cantidad de textos inéditos que, gracias a la tecnología actual, andan circulando en versiones digitales), todavía hoy en las mansas aguas de la academia filosófica chilena se evita la agitación y el oleaje pretendiendo desconocerla.
Así, enseñadores e “historiadores” de la filosofía nacional, en las pocas ocasiones en que se refieren a la obra de Juan Rivano, estancan sus estudios en sus primeros libros (publicados hasta el año 1973) cuyo contenido era de corte neohegeliano y dialéctico-materialista.  Los sesgos ideológicos   -tanto de izquierda como de derecha -  hacen retroceder todavía, incómodos y censurantes, a la mayoría de nuestros intelectuales ante la envergadura del pensamiento crítico de Juan Rivano.
Es de esperar que las jóvenes generaciones de estudiantes de filosofía y ciencias sociales “descubran”, estudien y apliquen el pensamiento de Rivano.  Ante tanta charlatanería, fraude e impostura intelectual que nos rodea, las lecciones críticas de este “amante de la sabiduría” que nos ha dejado a sus 88 años son un tónico de lo más estimulante.

Publicado en revista Iniciativa Laicista en su edición de mayo de 2015

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